Una tarde en el lago [Libre]

Miré las barcas que ocupamos cuando éramos niños, no me había vuelto a subir a una desde entonces, mi primer día de colegio, “Mi primer día” esa frase la había repetido bastante ese día, me senté en el pasto que rodeaba el lago, me daba miedo bañarme en el lago, por todas sus criaturas extrañas y sobre todo por el calamar gigante, pero no temía atravesarlo en una barca. Estaba atardeciendo rapidamente, decidí quedarme ahí y saltarme la cena.

El primer día… mi hermano no quiso acompañarme a la estación, pero me lleve la gran sorpresa que él estaba ahí, de todas formas había entrado en el colegio para acompañarme, sonreí por ese recuerdo, posiblemente, el estaría en el comedor hablando con sus amigos… fingiendo comer… nunca creí que haría algo así, pero era una opción que tomo por su propia decisión.

Suspiré mientras serraba los ojos, el viento se había vuelto un poco más bravo, eso significaba que el sol pronto se pondría y las primeras estrellas comenzarían a verse, que más bello que ver el atardecer en una barca del lago, sonreí mientras veía el cielo, de apoco se oscurecía, y el cielo raso se volvía arrebolado.

Desde pequeña que me divertía ver como se “achicaba” el sol en el horizonte, me daba curiosidad. El único problema… que había noches que me daba sed de forma anormal, como si no hubiera bebido nada desde ya un mes. Esperaba que esta noche no fuera una de esas, por precaución llevaba un “amuleto” pequeño, que más bien era una botellita con sangre humana, la tenía solo para momentos muy complejos. Podía sobrevivir tranquila con sangre de animal. Lo que más me gusto aprender de mi hermano era poder reprimir los deseos de sangre aunque sintiera una sed abrasadora.