Una noche tranquila y... aburrida // Libre

por **Hayden Dyrøy** Sáb Dic 11, 2010 4:57 pm

Necesitaba tranquilidad, y aquella alta torre y sus maravillosas vistas de los terrenos de Hogwarts me ofrecían todo eso sin ningun pero. Sólo me sobraba una cosa, la insistente voz de Fletch diciéndome que le ayudase a tramar algo contra todos aquellos que le habían hecho algo. No podía, ¿por qué motivo atacaría yo a alguien como Aya? No había hecho nada, no comía humanos, Ariel... ya era otro cuento.

"Si me ayudas con Ariel dejaré a los demás en paz, sólo necesito que le destroces como si fuera un trapo de tela" dijo esa voz tan familiar y odiada que molestaba en los mejores momentos. Resoplé molesta y me senté en el suelo, observando aun la vista nocturna de los terrenos. Era una noche agradable, no había Luna, y el ambiente era tranquilo, interrumpido de vez en cuando por los inesperados movimientos del Sauce Boxeador que se peleaba con las hojas que le rozaban y la suave brisa Otoñal que se había levantado. "Meeec... Cuanto menos sepa de él mejor" respondí meneando la cabeza.

"Vamos, eres una licántropa, ¿de verdad te da pena matar vampiros? O... ¿es miedo?" "Yo no tengo miedo de las sanguijuelas" repliqué arrugando la frente "Si me ayudas con Ariel... yo te ayudaré a dar con la vampiresa y matarla, asi chucho podrás vivir en paz y yo también" suspiré, no se daba por vencido nunca, y siempre ofrecía el mismo trato, y siempre me negaría. Sabía que tenía, no, debía delatarle, pero sin entender cómo ni por qué aún no lo había hecho "Pues, porque aunque te niegues siempre en el fondo estas deseando acabar con esas dos <<sanguijuelas>>".

-Touche- acepté en un susurro, dando el tema por zanjado y pospuesto hasta mañana, ahora quería disfrutar de las vistas. Cuando Fletch se calló y pude centrarme en todo lo que había fuera de aquella torre me dí cuenta de que el aire que llegaba hasta allí arriba traía consigo aquel olor a vampiro que me provocaba naúseas y ganas de atacar a partes iguales. Hice una meuca de desagrado, los magos creían que los licántropos podríamos llegar a convivir con los vampiros como si nada, y se equivocaban.

por **Ariel Fraga** Jue Dic 16, 2010 8:29 pm

Nada más de cruzar aquella armadura del pasillo por donde caminaba, las facciones de su rostro cambiaron por completo. Su ceño fruncido no era buena señal ya que casi siempre lo hacía cuando las cosas no iban bien, cuando pasaba algo que no estaba planeado. Y se detuvo en seco, como si de pronto una pared se hubiera puesto en su camino y no le dejara pasar. Sus pupilas seminegras, esas que ya dejaban al descubierto el enorme deseo que sentía por llenarse la boca entera de aquel líquido espeso de color rojo y que todo humano tenia recorriendo por sus venas, buscaron por todos lados -en el techo, por detrás de la quinta armadura del pasillo e incluso en la suela de sus zapatos- la presencia de una licántropa. Pero no de una licántropa cualquiera, porque si ese hubiera sido el caso ni se hubiera inmutado y continuaba siguiendo a la huma… continuaba con su camino a la Sala Común. Aquel aroma ya olfateado lo conocía, era inconfundible.

Se giro sobre sus talones y volvió sobre su recorrido hasta que encontró cierta entrada que le condujo a la Torre de Astronomía –de donde provenía el aroma-. Subió las escaleras lentamente, como lo haría un anciano que sufría de la cadera o que recientemente había tenido una operación. Cada paso se volvía más silencioso que el anterior, hasta que por fin fueron imperceptibles. Así fue como llego y encontró esa melena castaña que había querido ver desde el año pasado.

Recargo su cuerpo y cabeza en la pilastra más cercana que vio, dejando así caer todo su peso en su hombro. Se cruzo de brazos y espero a que la licántropa lo notara ya que parecía estar ensimismada con sus pensamientos. Y de sus labios no salió ni una sola palabra, el lugar estaba reinado por el silencio…

por **Hayden Dyrøy** Vie Dic 17, 2010 7:32 pm

Poco a poco el aire comenzó a traer un olor desagradablemente familiar, de forma paralela Fletch empezó a murmurar cosas sin sentido, aunque más de una vez me pareció escuchar insultos hacía el vampiro. Apareció un pequeño dolor de cabeza, que fue aumentando con la agitación de Fletch "¡Ataca! ¡Ataca!" escuché una y otra vez, como si mi mente se hubiese convertido en un disco rayado incapaz de seguir reproduciendo algo a parte de esa palabra. Me llevé las manos a las sienes, masajeandolas, intnetando así parar el dolor y tranquilizar a Fletch "No voy a atacar a nadie" pensé sin dejar de masajear mi cabeza. Fletch no protestó esta vez, algo sorprendente y preocupante a partes iguales.

Finalmente, después de que desapareciese el dolor de cabeza me digné a mirar al vampiro -¿Que haces aquí, chupasangres?- pregunté sin demasiada amabilidad arrugando la nariz para mostrar una pequeña parte del desprecio que sentía hacia aquella sanguijuela. "¡No le hables, atacale!" gritó inútilmente Fletch. Me levanté del suelo, consciente de que mi intención de contemplar los terrenos por la noche tendría que esperar a otro día. Avancé un par de pasos, acercándome levemente a la puerta, antes de mirarle con una ceja alzada, a la espera de una respuesta.

por **Ariel Fraga** Sáb Ene 08, 2011 2:05 am

La brisa que acaricio la melena de la licántropa desprendió ese aroma a perro mojado que tanto molestaba a su refinado olfato. Arrugo la nariz casi al instante, le era casi imposible reprimir sus gestos cuando se topaba con semejantes olores. La esencia siempre lograba introducirse por toda su nariz e impregnarse en sus ropas. Olería mal, no tenía la menor duda de eso y una ducha estaba ya en sus planes. Y como prefería olor a humo que a chucho, quemar esas ropas también era una de las miles de ideas que su cabeza había ya pensado. Viento fresco y suave; Para nada una buena idea cuando eras vampiro y a una licántropa en frente tenias.

-Hayden...- Le pregunto, con un tono de voz tranquilo, lleno de paz. Todo lo contrario al que ella había echo- ¿Así es como saludas a un viejo amigo?- y sonrió. Chico mas hipócrita que él no había, chico más orgulloso de serlo tampoco.

Inmediatamente, la chica se dispuso abandonar el lugar después de preguntar, pero por alguna razón se detuvo en el marco de la entrada, cosa que le sorprendió a Ariel porque supuso que en verdad le interesaba lo que hacía a altas horas de la noche. Se giro hacia ella, con la sonrisa de oreja a oreja aun en el rostro y sin mostrar vergüenza alguna. -Si te digo lo que hago aquí... no me creerás- Contesto finalmente cruzando los brazos y mirándola fijamente como solía hacerlo con todos.